El apéndice puede no ser tan inservible como pensábamos hasta ahora

Durante años se ha pensado que el apéndice era una antigualla sin utilidad que permanecía ahí, en un rincón del intestino grueso, como si fuera un recuerdo de nuestro pasado remoto. Junto con las muelas del juicio y el coxis forma parte del selecto grupo de los vestigios evolutivos del cuerpo humano.

Pero los últimos años, el interés por su función se ha incrementado. Ahora un grupo de investigadores de la Universidad Midwestern ha estudiado cómo ha evolucionado el apéndice en las distintas especies de mamíferos a lo largo de los últimos 11 millones de años. Y sus conclusiones son claras: tiene que servir para algo.

Esa antigualla llamada apéndice

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Los resultados son curiosos porque, siempre según sus datos, el apéndice ha evolucionado entre 29 y 41 veces y solo ha desaparecido en 12 ocasiones. Como explican los investigadores, estos datos sugieren que el apéndice tiene «un valor selectivo» claro. Es decir, que no se trata solo de una estructura inútil, sino que hay algo más.

Si los investigadores tienen razón y el apéndice sigue entre nosotros porque «deshacerse de él» es evolutivamente demasiado caro, muchas de las cosas que creíamos saber sobre este pequeño órgano estarían equivocadas. Pero no todas.

Si sirve para algo, ¿para qué es?

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Durante muchos años, se ha intentado averiguar cuál podía ser la función del apéndice y se han planteado un montón de teorías al respecto. De todas ellas, la explicación más aceptada es que el apéndice, al ser una región anatómica relativamente separada del resto del sistema digestivo, actuaba como «copia de seguridad» de nuestras bacterias intestinales.

El apéndice podría ser una ‘copia de seguridad’ de nuestra flora intestinal

Según esta teoría, el apéndice ayudaría a mantener a raya diferentes infecciones. Por ejemplo, un estudio de 2011 realizado en el Hospital de Winthrop de Nueva York descubrió que los individuo sin apéndice tenían cuatro veces más posibilidades de tener infecciones por Clostridium difficile que uno con apéndice.

Es precisamente esta teoría la que viene a apuntalar el estudio evolutivo del equipo de la Midwestern. Tras revisar numerosos factores ecológicos, han llegado a la conclusión de que las especies con apéndice tienen adaptaciones anatómicas que sugieren un papel importante en el sistema inmunológico.

No, no se ha encontrado la función del apéndice.

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En realidad, esta investigación es interesante porque nos da una perspectiva evolutiva nueva sobre un órgano bastante desconocido y porque apoya algunas de las teorías que manejábamos hasta ahora. Es decir, lo que nos dice es que el apéndice debe servir para algo, que hemos de pensar en él en serio y que debemos seguir buscando.


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