Escuchar nuestros pasos con detalle nos hace pensar que somos diferentes

Tajuelo

Cuando realizamos acciones, esperamos una serie de reacciones. Por ejemplo, cuando llevamos zapatos sabemos el sonido que van a hacer cuando demos unos cuantos pasos. Sin embargo, ¿qué pasaría si cuando fuéramos andando eso cambiara y escucháramos algo diferente?

Dar respuesta a esta pregunta es lo que Ana Tajadura-Jiménez y su equipo de investigación en la universidad de Londres está intentando darle respuesta. Cómo cambiar la sensación que produce un objeto a través del sonido y utilizarla en nuestro provecho para conseguir una serie de beneficios.

Ilusiones sonoras

En NewsScientist cuentan la experiencia de probar un par de zapatillas que producían un sonido diferente. Sin darse cuenta, se encontraron andando más rápido y de forma animada. Todo se basaba en el oído y lo que escuchábamos, no era el típico crujido de un zapato contra el suelo.

Este experimento revela que el ruido que hacemos está relacionado con la experiencia de nuestro cuerpo, las emociones y el comportamiento. El sonido es clave para crear una ilusión temporal que nos engañe durante un momento y nos sirve para recibir, por ejemplo, un pequeño empujón de moral.

El trabajo de Tajadura-Jiménez guarda cierta relación con otros experimentos previos. Uno de los más conocidos es el de poner sobre la mesa una mano de goma. Por debajo de la superficie donde se posa este objeto, se esconde nuestra mano. Golpeamos sobre ella con un martillo e instintivamente retiramos nuestra extremidad. Se crea una pequeña ilusión.

Esta sensación está relacionada con el área temporoparietal del cerebro que se encarga de registrar y procesar información sobre el movimiento del cuerpo y las sensaciones que se producen. Entre ellas el sonido. El objetivo de este grupo de investigadores es analizar el comportamiento y ver cómo se le puede sacar provecho.

Recibir una reacción diferente a la que esperamos cuando hacemos una acción crea una ligera ilusión temporal. Una vez pasa un poco de tiempo nos acostumbramos a él y el efecto se pierde, aunque por un momento funcione. Hablar de este tipo de experimentos nos hace recordar también aquella prueba que se hizo sustituyendo los escalones de una boca de metro con teclas de piano para animar a la gente que subiera andando.

Fuente: News Scientist


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